miércoles, 2 de noviembre de 2016

Halloween


El lunes pasado algunas personas festejaron Halloween. El colegio Tierra de Crecimiento aprovechó la ocasión para recibir a sus alumnos con una entrada decorada con momias, zombis y murciélagos.  
Desde hace unos años Halloween se tornó una costumbre en la sociedad argentina, pero son muy pocos los que conocen su origen y su significado. 
En noviembre se celebran dos fechas que, a través de la religión, nos ponen en contacto con una preocupación humana, la muerte: el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos.
Originalmente se celebraba la fiesta de Todos los Mártires el 13 de mayo para hacerla coincidir con una fiesta pagana, el final de las Lemuria, donde los romanos honraban a los muertos. En el siglo VII el Papa Bonifacio IV transformó un templo romano dedicado a todos los dioses (panteón) en uno cristiano al consagrarlo a todos los mártires.   
El cambio de fecha al 1 de noviembre fue determinado por el Papa Gregorio III. Años más tarde, en el siglo IX, el Papa Gregorio IV extendió la festividad para todo el Imperio Sacro. Como acontecimiento mayor, tuvo una “vigilia” para preparar la fiesta (31 de octubre), la cual dentro de la cultura anglosajona se denominó “All Hallow’s Even” (Vigilia de Todos los Santos); esta frase fue transformando su pronunciación hasta terminar en Halloween.
Se suele asociar esta festividad con tradiciones celtas, aunque no existen bases para eso, ya que los datos más antiguos de literatura irlandesa recién aparecen en el siglo X, donde se menciona la fiesta de Samhain (entre el 5 y el 7 de noviembre los espíritus de los muertos visitaban sus hogares). Además, los irlandeses celebraban la fiesta de Todos los Santos el 20 de abril.
En todo caso, la tradición celta estaría más relacionada con el Día de los Fieles Difuntos (el 2 de noviembre). Sin embargo, esa fecha fue establecida, en el siglo XI, por San Odilón, abad del monasterio de Cluny, Francia, para orar por las almas de los fieles que habían fallecido. Esta festividad tomó gran relevancia ya que en esa época Europa era asolada por la peste bubónica, lo que generó un gran temor a la muerte.
Estas celebraciones tienen una fuerte tradición en México, debido a que las culturas prehispánicas poseían rituales afines. El 1 de noviembre se celebra tanto a los santos que tuvieron una vida ejemplar como a los niños difuntos. Al día siguiente se recuerda a los muertos adultos.
Es costumbre realizar altares dentro de las iglesias para los santos y dentro de las casas o sobre las lápidas para los niños fallecidos. La gran festividad es la del día siguiente donde la familia prepara un altar para recibir gratamente el alma del difunto. En éste se coloca un retrato, su comida y bebidas preferidas, las velas que lo guían de regreso a su casa, calavera de azúcar que tiene escrito su nombre, flores de color amarillo, papel picado. En general, los familiares pasan la noche en vela en la tumba para recibir el alma del difunto y rezan alrededor del altar pidiendo por su descanso eterno.
Estas celebraciones religiosas no presentan la muerte como algo terrorífico, sino que es una fiesta para mantener la fe viva y renovar la confianza en la vida eterna de nuestras almas. Sin embargo, quizás a partir de la película de Carpenter, comenzó a asociarse con los asesinos en serie, y las películas de terror finalmente lograron extender esa significación, donde el miedo es el componente central. 
De una visión positiva de la muerte, en la actualidad se focaliza en la parte oscura.

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