Cuando uno llega en el barco de Cacciola a la isla Martín García, se siente como si estuviera ingresando a un mundo diferente y, realmente, descubrís nuevas sensaciones. Es como entrar en un agujero temporal y caer en un espacio histórico de la Argentina.
Si pretendés vida nocturna y social, no es el lugar adecuado. Ahora bien, si pretendés un lugar para descansar, disfrutar de la naturaleza y tener espacio propio, se trata de la isla ideal.
¿Cuáles son las opciones que tenés para visitar?
1. La excursión de un día que organiza Cacciola, donde te reciben con un choripán, después te dan una visita guiada al sector urbano, para seguir con un asado impresionante en el Hércules; el tiempo restante lo tenés para visitar de manera independiente el resto de la isla. También podés hacer la excursión de forma individual, solamente pagando el pasaje del barco.
2. La Hostería de la isla Martín García, que te ofrece estadías durante el fin de semana (sábado a domingo) o en la semana (de domingo a martes, de martes a jueves, de jueves a sábado), con desayuno, almuerzo y cena incluidas (paquete turístico de Cacciola).
3. El Hostel de la isla Martín García y camping, una opción más barata y con buenos servicios; ahí podés recurrir a comprar comida en el almacén, comer en el Comedor Solís o en La Casona.
La excursión de un día te permite conocer un lugar histórico y tomar contacto con la naturaleza de manera contemplativa.
Si te quedás más días, la vivencia es totalmente diferente. Al principio, te podés preguntar qué vas a hacer en una isla de estas características. Disfrutarla.
En verano hay que tener cuidado con las yararás, por lo cual no te podés internar demasiado en lugares inhóspitos. Pero la mayor parte está cuidada y tiene un excelente mantenimiento para el turismo. Tenés la playa, la reserva natural y las actividades acuáticas. Si meterte al río te genera inseguridad, el Comedor Solís te ofrece la posibilidad de disfrutar de su piscina y, bajo el frescor de sus árboles, podés deleitarte con sus comidas.
Creo que es interesante que conozcamos esta isla. Si bien está más cerca de Uruguay, por lo que los uruguayos dicen que les pertenece por una cuestión geográfica, los argentinos arguyen que nos corresponde por cuestiones históricas. En 1973 los dos países llegaron a un acuerdo sin un enfrentamiento de sangre, por lo que se construyó el Monumento a las Dos Banderas. Nosotros nos quedamos con Martín García y ellos, con Timoteo Domínguez.
Durante el Virreinato del Río de la Plata la convirtieron en un presidio y lugar de destierro; ahí fueron enviados los caciques capturados durante la Campaña del Desierto.
Los adoquines de Buenos Aires fueron sacados de la cantera de Martín García, ya que no se trata de una isla sedimentaria, como la mayoría del Delta, sino que es un bloque de granito del Precámbrico, o sea, que estás pisando un terreno de 1.800 millones de años de antigüedad.
Desde las primeras migraciones promocionadas por Sarmiento, se construyó un lazareto para albergar a los inmigrantes que debían hacer cuarentena antes de llegar a Buenos Aires. También sirvió más adelante para las epidemias de la fiebre amarilla y el cólera. Por eso fue importante el uso del crematorio. ¿Te animás a acercarte y escuchar los gritos de las almas carbonizadas?
Fue una base de la Marina hasta la firma del tratado con Uruguay. Para hacer la colimba llegó el señor Aranda y desde hace 50 años sigue viviendo en la isla; se trata de uno de los pobladores de más antigüedad.
Ahí fueron internados los oficiales del Graf Spee, el acorazo de bolsillo que fue hundido por su capitán Langdorff, después del enfrentamiento con los buques ingleses Ajax, Achilles y Exeter. Eso fue al inicio de la Segunda Guerra Mundial, pero en la conflagración anterior, también habían sido internados los tripulantes del Cap. Trafalgar.
Así como esos tripulantes, Perón y Frondizi fueron recluidos en la isla para mantenerlos separados de la sociedad argentina.
Todas estas historias se visualizan en el Museo Histórico, donde María Elena Reus nos muestra los objetos que marcan el hilo histórico del lugar. Ahí podés conseguir el libro de Pedro Kröpfl, Misteriosa Martín García, que a través del diálogo con la isla nos enteramos de una forma amena y fundamentada de los hitos de este espacio fundamental de la Historia argentina.
Su cementerio (había cuatro en total, ahora sumergidos) es conocido por el enigma de sus cruces torcidas. Algunos hablan de masonería, pero no existen otros símbolos de esa índole. Quizás, si se tiene en cuenta la simbología de las cruces, los brazos torcidos podrían representar al ladrón arrepentido y al que no se arrepiente.
En fin... también es ideal para los amantes de los gatos. Si bien se los considera una plaga, porque hay cuatro gatos por habitantes, son los guardianes de la isla. En estos momentos hay un proyecto en marcha para esterilizarlos y, de esa forma, cuidar las aves de la reserva.
Antes de irte, comprá el pan de dulce que se elabora en la Panadería y volverás por más.
Conocé la isla Martín García; es un patrimonio cultural y natural que no podés dejar de desaprovechar.
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