
Su primer libro de poemas se llama La velocidad de una fiesta, publicado en 2016. La rapidez marca el ritmo de las imágenes y van mostrando, como flashes, situaciones de la vida moderna desde una mirada juvenil. La tecnología aparece como un acompañamiento a las emociones de amor, de desprendimiento, de interés o de lo cotidiano. Se trata de poemas de amor; sin embargo, el objeto amoroso es una imprecisión; se lo desdibuja a través de lo que hace o dice, incluso de los sentimientos que genera y la velocidad del amor lo difumina.
Volcán mantiene la voz poética que se imprime en el primer volumen y se expande a otras formas. Sobresalen los haikus y poemas breves, como eslabones que surcan el texto o como postas. La temática deja a un lado al otro para centrarse más en el yo que vivencia las experiencias. El lector siente que se ha convertido en un voyerista y disfruta de las metáforas que describen la vida de una joven en una ciudad con sus luces y sus decadencias.

Tiene un estilo fresco, donde la sintaxis se acopla sin nexos para generar un quiebre en la fluidez de la lectura, o bien, para marcar la agilidad de las sensaciones. Palabras fuertes se asocian a términos más etéreos o a otros más formales para envolver al lector en la incertidumbre de los sentimientos. Es un poema que se convierte en prosa y cada tanto vuelve al verso en verso.
Son libros que te llevan a leer sin parar. Sin embargo, mi consejo es volver a la lectura para detener la mirada en cada poema y dejarse llevar por las palabras.
Son libros que te llevan a leer sin parar. Sin embargo, mi consejo es volver a la lectura para detener la mirada en cada poema y dejarse llevar por las palabras.