Fotografía: Nelson Andrés Quispe |
En líneas generales es fácil conocer las
historias de los futbolistas, incluso tienen oportunidades que no tienen otros
deportes. Por eso es interesante conocer a Yamil y su pasión por el boxeo. Se
nota la emoción que lo embarga cuando comienza a explicar que desde muy chico
le decía a su mamá que iba a ser boxeador, que miraba la televisión y quería ESE
cinturón de campeón del mundo.
A los 14 años, decidió ir a entrenar a escondidas
de la madre, a quien no le gustaba la violencia de ese deporte y le decía que
“iba a quedar más boludo de lo que era”. Sin embargo, para Yamil fue todo lo
contrario; lo tranquilizó y le permitió un mayor equilibrio interno. El
entrenamiento hizo que bajara de peso, le dio disciplina, orden en las comidas.
Esto último fue lo que más le costó: tener que dejar el sándwich de
milanesa.
Al año de practicar el técnico le dio su
primera pelea. En realidad, no lo dejaba guantear, pero una vez se quedó el
hijo a cargo y fue tal su insistencia que lo dejó pelear con la condición de
que no le dijera nada al padre. Vio que lo hizo muy bien, por lo que el técnico
se terminó enterando y le dio su primera contienda, donde tuvo una buena
actuación (le cortó el ojo a su oponente). A los 16 ganó el campeonato
argentino, también a los 17 y a los 18 años.
Después de eso lo convocaron para la selección.
Se enamoró de representar a su país, siente un orgullo especial, ya que
defender los colores le llena el alma y reconoce que recorrió más de treinta
países, pero no hay ninguno mejor que la Argentina: “Soy argentino de acá a
todo.”
Ganó la medalla de bronce en los Juegos
Panamericanos de 2011. Por un lado, no se sentía satisfecho porque consideraba
que hubiera podido dar más, pero, por el otro, había enfrentado a los mejores del
mundo y había estado a la altura.
Su técnico le marcaba siempre que tenía un estilo
de boxeo olímpico. Entonces lo llevó la primera vez para sumar experiencia y
terminó peleando una final con un estadounidense para las Olimpíadas de
Londres. En ese campeonato le robaron la victoria. Pulev tenía a los árbitros a
su favor; cuando Yamil lo molía a golpes, el árbitro lo paraba que diferentes
excusas y le daba tiempo al otro para reacomodarse. Fue tan evidente la
maniobra que después de la pelea lo llamaron de varios programas de televisión
para que contara sobre lo que había pasado arriba del cuadrilátero.
Argentina Boxing Promotions |
Esa es una característica que Yamil define del
guerrero. Y el boxeo es así. Antes del inicio el contendiente tiene toda la
adrenalina circulando por su cuerpo, “porque uno está por pelear y te agarran
esos nervios, porque vas a dar golpes a otro rival que está buscando lo mismo
que vos.” También la vida de los boxeadores es una lucha constante.
Normalmente, vienen de abajo y tienen que lidiar con la familia, con el trabajo
para vivir y con el entrenamiento. Por ejemplo, las peleas amateurs se pagan
$100 y hay que tener más de cuarenta peleadas para pasar a profesional.
Mientras estuvo sin pelear, encontró otra
motivación: dar clases en un gimnasio (San Miguel Fitness). Le encanta poder compartir
lo que sabe. Pensaba que no estaba capacitado para enseñar, hasta que se dio
cuenta de toda la experiencia que tenía. Ahí aparece un rasgo de Yamil: la
modestia. Reconoce su destreza, pero de repente menciona maravillado que Del
Potro lo fue a ver pelear en las Olimpíadas.
El sábado se enfrenta a Darío Balmaceda. Sabe
que es un rival fuerte, que tiene mucha experiencia a nivel profesional y
muchos knock-out. Pero Yamil no se intimida; por eso lo desafió y Balmaceda
tomó el guante. Ahora hay que ganar para seguir camino a Tokio 2020.
Flyer: M M Community Managers |
Aunque no lo dice, en el boxeo es importante el
apoyo de la gente. Creo que así como él representa a la Argentina con orgullo,
nosotros tendríamos que demostrarle nuestra confianza.
- Podés prender el televisor y ver la pelea el sábado.
- Podés darle un like a la página oficial y seguirlo: Yamil Alberto Peralta Jara
- Podés sponsorear su carrera.
“Así como estoy agradecido de la gente que me
apoyó siempre, estoy agradecido de la que no me apoya y que no le gusta mi
boxeo, porque gracias a ellos sigo peleando, esforzándome cada vez más.
Agradecido con todo, lo bueno y lo malo; la vida te enseña de las dos maneras.
Cada vez que hablo de boxeo me agarra como un cosquilleo adentro; estoy
contento de que ese fuego que tenía disminuido haya explotado de vuelta.”