Hablar de mí se me torna
complicado. La escritura me permite esconderme detrás de las palabras, de los
personajes, de las historias y a veces surge algún pensamiento propio.
¿Cómo puedo empezar a hablar sobre mí?
La creatividad para contar
historias comenzó, como cualquier chico, a través del juego. Inventaba escenas
para los muñecos Jack o las muñecas de trapo. El caballero rojo dejaba de ser
un luchador de Titanes en el Ring para convertirse en un seductor príncipe o en
el carnicero de barrio. Una anécdota en relación con esto: Hace poco encontré
un libro de cuentos que era de mi infancia. Lo leí esperando encontrar la misma
historia que recordaba… Las imágenes eran las mismas, pero el relato era
sumamente tonto. ¿Qué había pasado con el cráter donde casi se cae la gallinita
colorada? El agujero en el piso era sólo la sombra de la propia protagonista y
ahí entendí que el argumento en mi cabeza era el que había inventado yo mirando
los dibujos.
Para mí la escritura está
asociada al mar. En el verano nos íbamos a la casa de mi Oma en Uruguay con
otros primos: uno de mis primos actuaba, otra prima pintaba y yo escribía. En
esas playas nació Ashtol, un monstruo que salía del mar (un pseudo King Kong),
pero sin mujer gritando… sí, creo que agarraba a alguien y, como gritaba, lo
estrellaba contra un edificio. Por eso, cuando tuve que elegir un título para
mi libro no pude dejar de pensar en las olas, así como también colocar en la
tapa una pintura de mi prima de esa época.
El libro Olas sangrantes está conformado por poesías, relatos y cuentos.
¿Por qué hago la diferencia entre relatos y cuentos? Los denomino “relatos”
porque no narran una historia; en realidad, describen una situación y el
objetivo es generar una sensación en el lector, que lo obligue a sumergirse en
esa percepción. Las palabras son instrumentos que pueden marear, encerrar,
liberar, fascinar y la idea es que cada hoja del libro sea como una ola, cuyo
movimiento arrastre al lector por diferentes sensaciones. Pero son olas sangrantes;
por lo tanto, está marcado por ejes temáticos que apelan a la sangre y que
permiten una cierta división: mujeres destructivas, la autodestrucción, la
destrucción del otro, pasión y muerte.
En la actualidad los textos que
estoy trabajando cuentan una historia. Me cuesta más la idea de una novela, ya
que no puedo utilizar el efecto directo de cada palabra. La gente que tuvo
acceso a las historias me pide imperiosamente que les dé un final. Espero poder
cumplir con sus pedidos y concretar mi propio sueño: escribir una novela.
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