Estamos a unos días de las
Fiestas y siempre pienso en los bomberos voluntarios. Todos los años, minutos
después de que suenan las campanas de la Iglesia La Merced o de iniciar el Año
Nuevo, escuchamos la sirena de los bomberos. Siempre me los imagino brindando
rápido antes de que surja la emergencia. Por eso me acerqué al Cuartel de
Bomberos Voluntarios de Villa Ballester para entrevistar a Mario Oyarzo, Comandante
Mayor y Jefe del Cuerpo Activo.
Los que somos antiguos de
Ballester conocemos el esfuerzo de nuestros bomberos, y cómo fue creciendo el
cuartel a nivel institucional y operativo. Aun así el Jefe Oyarzo, junto con el
Suboficial Mayor Martín Corradi, me mostraron el alma de una vocación dedicada
a la comunidad. Pude entender que su trabajo es mucho más que correr tras el
sonido de una sirena. En ellos dos se presentan dos formas de convertirse en
bombero. Mientras el Jefe Oyarzo se acercó al cuartel cuando tenía 15 años sin
saber muy por qué, Martín y Alejandro Corradi tenían a su padre bombero y, como
vivían dentro del cuartel, fueron los primeros que se incorporaron a la Escuela
de Cadetes. (Cuando entré para la entrevista, fui recibida por los tres y pude
sentir una camaradería muy fuerte; tienen experiencias de vida compartida y,
finalmente, comprendí: Mario fue el suboficial que, en el inicio, estuvo a
cargo de la escuela de cadetes y fue el que formó a Martín y a Alejandro en su
carrera contra el fuego.)
Cuando el Jefe Oyarzo entró al
Cuartel era muy distinto a lo que es ahora: “no te dejaban fumar, había que
pedir permiso para todo, los bomberos no se juntaban con los oficiales, ni
siquiera hablabas con el jefe y si hablabas con el jefe, era la última vez que
venías”. En la actualidad trata de llevar su función de una manera más cercana
a cada uno de los que componen el cuerpo de bomberos, incluso con Otis, el perro Primer Oficial. El Jefe de Bomberos es, sobre todo, el nexo entre el
Cuerpo Activo y la Comisión Directiva, además de velar por el desempeño de sus
hombres, para lo cual delega labores en los oficiales que se encargan de
diferentes áreas, como Oficina de Personal, Capacitación, Materiales,
Innovación, Programación, Mantenimiento de Móviles, Instrucción de Cadetes,
Habilitaciones.
El trabajo de los bomberos no
implica sólo correr para apagar un incendio. En primer lugar, para poder
desempeñarse eficazmente es necesario que los hombres tengan la capacitación
necesaria, como la que efectuaron ya treinta y cinco bomberos de Ballester en Houston,
Estados Unidos. En segundo lugar, también implica las guardias voluntarias, las
instrucciones, las convocatorias programadas, las representaciones, el
cumplimiento de un horario. Además, para que todo funcione correctamente hay
que ocuparse del mantenimiento: los camiones tienen que estar listos, arreglar
las roturas, tener combustible, dejar preparados los botiquines, los bolsos de
trauma, tener completo el equipamiento de personal, los elementos de seguridad,
chequear que las gomas no estén desinfladas, que las bombas tengan agua, los
equipos respiratorios tengan aire. Todo esto incide en un servicio rápido y
eficaz. “Si no tuviéramos todo eso en servicio y lo hiciéramos como hace
treinta años, que entrábamos con un pañuelo, la voluntad estaba, pero el
servicio no se cumplía de la mejor manera y los bomberos lo sufrían mucho;
lamentablemente teníamos muchas enfermedades por respirar los humos tóxicos”.
El crecimiento institucional del
cuartel se evidencia en las veintisiete unidades y los dos destacamentos en
Villa Hidalgo y Lanzone, que fueron necesarios para tener una respuesta mucho
más rápida y no tardar más de cinco o seis minutos en llegar a la zona más
alejada. Hace veinticinco años atrás el cuartel central de la calle Lacroze debía
cubrir hasta el fondo de Villa Hidalgo (para tener una idea, la calle Sarratea,
pasando la avenida Márquez y cruzando las vías). De esa forma, todos estuvieron
de acuerdo con la necesidad de establecer estos destacamentos, lo que implicó
una inversión en terreno, edificación, búsqueda de hombres voluntarios, móviles
y su mantenimiento.
Se solventan por el aporte de los
socios (son pocos porque es difícil la cobranza mensual, pero valoran a la
persona que colabora con lo que puede), la rifa del cero kilómetro (este año la
ganadora fue una señora de 88 años), donaciones (las personas o las empresas
pueden deducirlas del impuesto a las ganancias), subsidio provincial y subsidio
nacional, el bingo de San Martín. Siempre están pensando en maneras de
financiarse para mejorar el servicio y de ayudar a la comunidad. Uno de esos
proyectos es Bomberitos, un espacio interactivo para la educación de los chicos
más pequeños (es el primero de este tipo en la Argentina e incluso de
Sudamérica).
Bomberitos es un proyecto de
autofinanciación, donde el objetivo es una educación de prevención, para que el
niño aprenda el comportamiento que debe tener ante un caso de emergencia, como
saber que marcando el 100 puede comunicarse con los bomberos, aprender la
dirección de su casa, cómo bajar una escalera, cómo cruzar una calle, qué hacer
en el caso de que haya humo en su casa. También va a haber actividades
relacionadas con la labor de bombero, pero dirigida a un chico de esa edad, por
ejemplo utilizar la vestimenta de bombero. Un efecto secundario es la educación
del adulto a través del chico, porque muchas veces la gente se queja de que los
bomberos tardan en llegar y cuando se les pregunta a qué número llamó no saben;
tener automatizado que ante una urgencia uno debe marcar el 100 puede hacer una
gran diferencia, ya que los primeros tres o cuatro minutos de un incendio son fundamentales.
Sería interesante que el municipio pudiera financiar la capacitación de los
chicos de menos recursos, ya que se trata de un curso con un costo económico.
Incluso empresas, fábricas y comercios podrían sponsorear el proyecto Bomberitos
para lograr una mayor expansión y el beneficio de la comunidad con futuros
ciudadanos conscientes de las acciones preventivas.
Las palabras del Jefe Oyarzo y el
Suboficial Mayor Corradi me demostraron la preocupación que tienen hacia la
comunidad. Me sorprendieron al explicar que cuando van a un incendio, bajan
vestidos con el equipo y para los chicos, que están en una situación de estrés,
son “como monstruos con una máscara en la cara y un hacha en la mano”, y que
por eso piensan diferentes actividades para que los chicos los vean en otra
situación más alegre y distendida, como en los Reyes Magos o en Día del Niño.
Los dos coincidieron en que su mayor satisfacción es ver a los chicos esperando
emocionados la llegada de los Reyes Magos en la autobomba. Y sí, como habitante
de Ballester, puedo decir que me convierto en una niña cuando escucho la sirena
de la autobomba con los Reyes tirando caramelos y saludando.
Por un lado, salí del cuartel
sintiendo que había charlado con dos amigos, que siempre están ahí para
ayudarme y, por el otro, estaba sorprendida que estas personas dedicaran tanto
tiempo y esfuerzo para el servicio desinteresado a la comunidad. En realidad,
hay muchas personas que tienen actividades sin retribución, pero los bomberos
voluntarios arriesgan su vida por nosotros y eso no lo hace cualquiera. Y me
sentí orgullosa, porque Ballester tiene un Cuartel de Bomberos que es ejemplo
de eficiencia y dedicación.
Un cuartel con historia
El primer destacamento de
Bomberos de Villa Ballester, dependiente de Bomberos de San Martín, estaba
ubicado en la calle Sargento Cabral, entre Lacroze y Pacífico Rodríguez, a
cargo de Francisco Diez. Su equipamiento era un REO Speedwagon, con una
dotación de catorce hombres.
En 1963 el Concejo Deliberante
cede dos lotes ubicados en la manzana delimitada por las calles Pacífico
Rodríguez, Boulevard Ballester, Mazzini e Ituzaingó.
En 1964 se forma la primera
Comisión Directiva para lograr la personería jurídica de la institución
independiente de Bomberos de San Martín.
En 1965 se obtiene la personería
jurídica que marca la autonomía del Cuerpo de Bomberos de Ballester.
En 1966 se inaugura la sede
ubicada en Lacroze 778, con el siguiente equipamiento: una autobomba sobre
chasis Ford 600, un camión cisterna, un camión para transporte de personal y
una motobomba remolcable con motor tornado.
En 1980 se establece un sistema
de guardias obligatorias durante los fines de semana para los miembros del
Cuerpo Activo.
En 1982 se adquiere el móvil K5,
primera unidad TECIN PUMA de Sudamérica.
En 1988 se crea la Escuela de
Cadetes Rodolfo Castro, con quince chicos entre 8 y 17 años a cargo del
entonces Suboficial Mario Oyarzo.
En 1991 se establece el primer
destacamento, primero en la calle Rafael Obligado, de José León Suárez, y luego
en la calle Esquiú, de Villa Hidalgo.
En 1994 comienza la incorporación
de mujeres a sus filas activas.
En 1996 se instala el segundo
destacamento en Villa Lanzone (primero en la calle Ibarburú y 9 de Julio; luego
en la calle Belgrano.
En 1997 se crea la Asociación
Mutual de Bomberos Voluntarios para brindar el acceso a prestaciones
médico-asistenciales al cuerpo activo de bomberos, familiares, afiliados y
comunidad.
En 2006 la Escuela de Cadetes
pasa a llamarse Escuela de Cadetes Alejandro David Paoli, en memoria de uno de
sus miembros.
En 2008 surge el Grupo de
Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas (BREC).
En 2010 se efectúa la primera
capacitación internacional de los bomberos en Houston, Texas.
En 2010 se crea la Brigada Canina
(K9).
En 2013 Pablo Corradi es
miembro del primer equipo latinoamericano en competir en el World Rescue
Challenge, en Florida.
Comandante Mayor: Mario Oyarzo
Comandante: Roberto Pileggi
Oficial 1°: Javier Astorga,
Leonardo Giovazzini
Oficial 2°: Alejandro Ciarlo,
Martín Astorga, Juan Beltrame, Gustavo Benítez, Jorge Pileggi, Horacio Uttone,
Ofical 3°: Fernando Basaldúa,
Roberto Corradi
Ayudante Mayor: Ángel Segura,
Sergio Percara, Pablo Corradi
Ayudante Principal: Oscar Sierra,
Roberto Yoia, Enrique Romero, Martín Corradi,
Ayudante de Primera: Sergio
Revellado, Miguel Machado, Ángel Parodi, Oscar Martos, Horacio Castro, Maximiliano
Moreda
Ayudante: Flavio Benítez, Silvio
Zoppi
Subayudante: Antonio García,
Gabriel González, Marcelo Cáceres, Ángel Cabrera, Luis Ferreiro, Juan Fraiz,
Gustavo Argüello, Hernán Ponce, Alejandro Machado, Gerardo Benítez, Carlos
Oyarzo, Germán Russo, Martín Romero Esperón, Karina Trejo, Matías Machado
Bomberos: José Sosa, Roberto
Cárdenas, Andrea Moreyra, Gabriel Martilotta, Gladys Urbano, Nicolás Calchei,
Fernando Casal, Esteban Martilotta, Sebastián Karpencofp, Alesis Nehring,
Bernardo Ávalos, Javier Quinteiro, Sebastián Julita, Horacio Urbano, Damián
Alegre, Gustavo Ferreyra, Gastón Jaime, José Rupp, Néstor García, Aníbal
Zalazar, Cristian Lemos, Esteban Verón, Gianfranco Lombardi, Sergio Quinteiro,
Alan Benítez, Emiliano Astorga, Raúl Rojas, Alberto Pérez, Miguel Guzmán,
Agustín Baraldi, Miguel Siricca, Cristian Quirós, Miguel Ramírez Maidana,
Cristian Bazán, Claudio Martini, Martín Fernández, Agustín Astorga, Lucas
Guanziroli, Nicolás Rodrigues, Jorge Maidana, Juan Galimberti, Gabriel Bonoris,
Claudio Nagele,
Aspirantes: Martín Lupo, Pedro
Guzmán, Federico Martos, Nahuel Quinteros, Claudio Moreno, Jorge Carrizo
Cadetes: Lautaro Leguizamón,
Matías Martos, Gonzalo Avanzini, Facundo Ramírez, Gustavo Neimann, Claudio
Compagnoni, Micael Brescia, Yoel Yoia, Agustín Avanzini Arrieta, Ignacio
Sánchez, Cristian Gómez, Pablo Asensio, Lautaro Martos
Auxiliares: Rubén Perna
(enfermero), Adriana Ginnobili (abogada), Gustavo Pousa (oficial profesional),
Rosana De León (ayudante de 1°), Daniel Méndez (ingeniero en Seguridad
Ambiental), Duilio Gregorutti (médico), Patricio Lavernicoca (bombero), Claudio
Rocha (bombero)
Reserva: Jorge Perna (comandante
mayor), Marcos Ramírez (subcomandante), Alberto Broglio (subcomandante), Héctor
Farías (oficial 1°), Horacio Jaime (oficial 2°), Juan Urbano (ayudante de
primera), Guillermo Steward (subayudante), Luis Vaglio (bombero), Miguel
Partesano (bombero)